Habló una de las víctimas de los dueños de Corralón Foca y relató el calvario que le tocó vivir

Tal como contaron los colegas de Esperancino.com.ar, en Tribunales de la ciudad de Santa Fe se desarrolló una audiencia imputativa en la que acusaron formalmente de los delitos de lesiones graves y privación ilegítima de la libertad a Rubén (padre), Nicolás y Jorge Foos (hijos del primero), los dueños del corralón La Foca, ubicado en ruta 70 y Alberdi.

Según la fiscalía a cargo de Alejandro Benítez, los delitos fueron cometidos contra dos ex empleados que fueron a la empresa luego de que los citaran para acordar el pago de una indemnización.

El empleado que resultó más herido fue el joven Jonatan Gómez, a quien el médico policial le constató hematomas, edemas, contusiones, hemorragias, equimosis y fractura en el arco cigomático (pómulo).

En diálogo con Esperancino.com.ar, Gómez, que es patrocinado por el abogado Gabriel Sartori, mencionó que trabajó “siempre en negro, nunca firmé nada”.

Consultado por la relación diaria en la empresa contestó que “no saben tratar a la gente, nadie está conforme, el trato de ellos no es normal, por eso nadie dura y todos se van”.

“Me despidieron porque nunca llegamos a un acuerdo de sueldo, nunca estuve a la ley, siempre tuve que pedir, estaba como esclavo, como un perro. Uno siempre hizo lo mejor para que ahora ellos se aprovechen”, agregó.

Respecto al robo de dinero del cual lo acusaron a él y a su ex compañero, Gómez contó: “Me entero ese día, no sé nada y no me interesa. Estoy tranquilo, yo fui a cobrar lo mío y ellos salieron con eso para no querer pagarnos”.

“Empezaron los dos hijos la pelea y luego el padre, nos quisimos ir y comienzan a golpearnos, ahí es donde se hace todo un lío. Nos golpearon por querer defender lo nuestro. Buscaron hacernos una cama”, declaró.

“Eran tres contra mí y contra mi compañero. Los golpes me hacen caer por la escalera desde la segunda planta a la primera”, agregó.

Jonatan quedó inconsciente y perdió parcialmente la memoria y cree que dejaron de pegarle porque “ya se daban cuenta de lo que había hecho y no les quedó otra que llamar al 911 e intentar lavarse las manos”.