Linda experiencia para un profesor y alumnos de la Escuela Granja

Azul Coll Benintendi y Tomás Leiggener, recientes egresados de la Escuela de Agricultura, Ganadería y Granja de la UNL, realizaron en noviembre un intercambio en el Lycée agricole de Fontaines, en Bourgogne, Francia, junto al docente e ingeniero agrónomo Fernando Morando, en el marco de un programa de cooperación bilateral que busca fortalecer la internacionalización de instituciones agrotécnicas de nivel medio y superior, las prácticas profesionalizantes en el sector agroindustrial y la asociación institucional y académica de las Escuelas Agrotécnicas o Liceos Agrícolas de Argentina y Francia.

A su regreso al país, los protagonistas de esta primera experiencia de movilidad internacional a nivel preuniversitario

por la Escuela de Agricultura, Ganadería y Granja, detallan cómo fue el intercambio que realizaron durante tres semanas en Francia y qué significó para ellos.

IDIOMA PARA VIAJAR

Para realizar el intercambio Azul, Tomás y Fernando debieron estudiar francés. Al preguntarles cómo resultó la adaptación al idioma para vivir y estudiar en Francia, coincidieron en responder que fue un desafío importante. «No solo estudiarlo, sino también aplicarlo, pero gracias a las clases programadas por la escuela pudimos afrontar la diferencia de idiomas. Fue un poco difícil al principio, pero con el pasar de las semanas nos fuimos acostumbrando, aunque hablamos un poco de inglés y español también», expresó Tomás.

En sintonía, Azul agregó: «La preparación fue buena. Así también en el Liceo eran muy atentos y comprensivos, incluso algunos chicos nos hablaban en español».

ESTUDIAR EN EL LYCÉE AGRICOLE DE FONTAINES

Al llegar a destino todos se alojaron en las residencias del Lycée agricole de Fontaines. Allí los recibió un docente y, al día siguiente, otro los llevó a pasear por la ciudad de Chagny, donde pudieron recorrer el mercado callejero local.

El lunes inmediato conocieron al director del Liceo y a los docentes técnicos que les brindaron un recorrido

por las instalaciones. «Nos recibieron con los brazos abiertos: tanto los directivos, el personal docente, no docente y los estudiantes, que hicieron que las tres semanas sean una experiencia única», relató Tomás.

Los estudiantes relataron que de lunes a viernes se ocupaban en tareas propias de los espacios productivos del

Liceo, aunque también asistieron como oyentes a algunas clases teóricas: «Nuestro día arrancaba más o menos

a las 7:30 de la mañana. Desayunábamos con los docentes a cargo de las secciones productivas y después realizábamos actividades con ellos. Otros días (casi siempre por la tarde) teníamos alguna actividad programada con algún grupo de alumnos y profesores, como visitar un viñedo o una granja», señaló Tomás.

«Después descornamos terneros, fuimos a la ciudad de Charol para trabajar con ovejas y visitamos a productores de hortalizas agroecológicas, viñedos, pequeños productores de carne y leche agroecológica y producciones de

piscicultura. Otro día nos llevaron a una exposición de maquinarias agrícolas en París», amplió el docente.

Por su parte, Fernando indicó que las actividades de las que participó eran a veces compartidas con los estudiantes y otras solo con docentes.

«Las materias son similares en ambas escuelas, (pero en el Liceo) los docentes tienen, por cada hora de teoría frente a alumnos, otra hora para planificar, corregir o preparar la clase, sin alumnos. Ellos se sorprendían por la cantidad de horas que uno trabaja frente a los alumnos en Argentina».

CONOCER FRANCIA

Durante los fines de semana, Azul, Tomás y Fernando se alojaron en diferentes casas de familia, lo que les permitió descubrir otras realidades y visitar ciudades o pueblos de los alrededores de Fontaines.

«Además de conocer la situación económica y social de distintos productores, recorrimos varias ciudades

de la región de Bourgogne como Chalon-sur-Saône, Givry, Rully, Chagny, Le Creusot, Vézelay, Beaune, Dijon, Saint Georges y París, lugares donde uno no deja de sorprenderse por la belleza arquitectónica y la historia que

poseen», comentó Fernando.

Distintos aspectos de la cultura francesa llamaron la atención de los intercambistas. Por ejemplo, que «al queso lo comen de postre, después del plato principal» y que el horario de la cena se da alrededor de las 19:00. «Se

me hacía raro cenar tan temprano, a las 22 ya tenía hambre de nuevo», explicó Azul.

EXPERIENCIAS DE MOVILIDAD

Tomás manifestó estar agradecido por participar de la experiencia: «nos brindaron la posibilidad de visitar muchas explotaciones y producciones importantes en la región, por lo que pudimos conocer un poco más de sus actividades productivas.

Además de los paisajes de Francia y la visita a París, lo que más me gustó fue el intercambio cultural, de ideas, y esos vínculos que pudimos formar con toda la comunidad de Fontaines. Nos sentimos muy cómodos estando allá, y quedamos muy agradecidos y muy conformes por nuestra estadía».

«Lo que más me gustó fue hacerme amiga de las chicas a las que fui a su casa, chicas de nuestra edad que estaban en un tipo de especialización de producción de animales en el Liceo, que me traten tan bien ellas como sus familias.

Conocer, viajar, experimentar nuevas comidas, nuevas costumbres, otros horarios. Fue todo muy lindo y muy nuevo», destacó Azul.

En tanto, para Fernando la movilidad fue una hermosa experiencia desde lo académico y lo recreativo. En este sentido, expresó que recomendaría a otro docente que participe porque «te permite hacer una introspección de lo que uno viene haciendo, y de uno mismo en lo personal, y conocer cosas nuevas que podría incorporar».